Juan
piensa que muchas personas están en su mundo, pero es como si
vieran, el actual a través del rabillo del ojo. Conectados pero con
su vida interior activa. En el medio de transporte todo el mundo
parece ir a lo suyo, sin embargo: no es así. En vagón de metro
entra un músico dispuesto a interpretar una canción. Todo el mundo
parece ignorarle, pero todo el mundo sabe de su entrada. Los ojos
irán hacía él poco a poco, hasta mostrar la indiferencia por su
presencia. No ha sido llamado y por tanto no es bien recibido. Otros
pasan directamente de estación o parada.
Juan
sabe que el mundo interior se llena de las relaciones sociales y
parece que hay que evitarlas pues nos pueden contaminar. Por otro
lado todos obramos de manera similar, somos calcos de modelos
implantados en nuestras mentes. Al darse cuenta de ello, Juan decide
romper el modelo a seguir, quiere utilizar su libertad de decisión.
Piensa que existe un tiempo social, en el cual te tienes que llenar
del mismo y un tiempo personal donde debes de hacer lo mismo.
Sabe
que muchas veces es difícil conciliarnos, pero sino, nos quedaríamos
algo cojos y nuestro caminar no será fácil. Cuando habla con amigos
menciona está manera de pensar, pero no tiene mucha receptividad,
pues es más sencillo seguir el camino de los demás que seguir uno
racional. Parece como si los esfuerzos, cansaran y la comodidad es
una de las prioridades que se está imponiendo en nuestra forma de
vivir. Juan se siente un poco desplazado, pero no le importa, la
decisión tomada. Es mejor ser consecuentes con la manera de pensar a
la fácil que significa seguir el camino marcado por los otros.
Tampoco crea un conflicto que pueda resultar erosionado o aislado.