Adaptaba su altura a la
plataforma de sus zapatos, lo cual indicaba su desesperanza a su cuerpo. Antonia
siempre piensa que hay unos estándares para estar en la normalidad de la vida. Si
esto no ocurre, quedas fuera y por tanto pierdes las posibilidades que la vida
te ofrece.
Su trabajo es rutinario y de la
banda de mal pagado. Por ello nota los factores hostiles, te alinean a un nivel
inferior al esperado, para encontrarse triunfador. Sino, te encuentras en la banda de frustrado y
por tanto fuera del juego.
Su rostro tampoco es bien parecido, por ello,
pese a los continuos cambios de peinado y teñido, no termina de encontrarse a
gusto.
Los estudios los tuvo que
abandonar para conseguir cualquier empleo, con el objetivo de independizarse.
Aunque sus padres siempre la estuvieron ayudando, pues más de un mes no llega a
pagar todos los gastos.
La última locura fue apuntarse a
un viaje en barco, buscando el glamour de las fiestas y del conocimiento de las
ciudades que atracaban.
Tomo la decisión de ir sola, saco
la seguridad que no tiene dentro de si, y fue dispuesta a triunfar. Pidió un
anticipo en el trabajo para hacer frente a los gastos. Una maleta repleta y
grande trato de llevar un vestido para cada ocasión, collares y pendientes
prestados querían demostrar lo que ella era.
Lo primero que hizo tras dejar el
equipaje en su camarote fue ver las dependencias del barco y de paso ir viendo
quien serán sus vecinos durante una semana. El público es muy variopinto. Desde
los ancianos, buscadores de emociones hasta familias. Pocas personas solas,
pero tremendamente afines a ella. El personal del barco muy atentos y con ganas
de agradar. Aunque demostraran una falsa sonrisa, exigido por los dueños de la
naviera.
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