Resulta sorprendente el cambio de
comportamiento, de las personas, cuando están sometidas a unas condiciones
diferentes de vida, por ejemplo cuando se les encierra en espacios cerrados. Aquí
no han elegido ir allí, ni han elegido a sus compañeros, todo ha sido impuesto.
Y tienes un autocontrol muy grande o empiezas a no entender tu comportamiento. Como
la violencia física o psíquica aparece en cualquier momento y llegas a perder
la concepción de ti mismo. Por supuesto que la rabia aparece ante los
compañeros más débiles sobre los que poder sobreelevarte algo, pero para qué,
es la pregunta sobresalir en el pantano, al final estarás de barro hasta las
cejas, como el resto de personas que viven a tu lado.
La constante es tener que
destacar ante otros individuos, por eso la necesidad de ser famoso, de ser
reconocido por el resto. Quizás para tener un espacio que no crees tener, pero
solo es tu pensamiento, por tanto se puede cambiar.
Al fin y al cabo un
encarcelamiento supono un estrés que debe salir, el problema surge en como
sale, para no tener consecuencias destructivas en uno mismo.
Es como si lleváramos escondidos
dos personalidades, una lo suficiente social y la otra más primaria, donde las
cosas se solucionan por la fuerza física, cosa que lleva a un empobrecimiento
de espíritu.
Pero siempre hay excepciones que
consiguen superar las condiciones ambientales y poder desarrollarse a si
mismos, siendo un ejemplo para las otras personas. Pues consiguen hacer ver
otro camino, diferente al tomado habitualmente.
La lastima es que estos casos
sean los mínimos pues son un claro ejemplo de la luz de un faro, en una noche
de tormenta, donde la oscuridad se hace dueña del entorno.
Las situaciones se repiten en contextos
diferentes pero es la aparición: doble personalidad.
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