Como siempre Alberto y Juan salen
juntos pero hoy no es un día festivo para ellos. Han recibido ambos una señal
de no estar a gusto uno con el otro, ha sido a la vez donde ha habido una mala
palabra que ha anegado el encuentro. Ha sido a la vez en las dos personas.
Su paseo no es cómodo, por ello
Juan dice que tiene que recoger un encargo cerca de su casa por ello se
despide. Alberto no entiende nada, pero sabe que es lo mejor que puede pasar,
para no romper su amistad.
Tanto uno como otro analizan la
situación sin sentido que ha ocurrido y están decididos a quedar en la próxima
semana, para dar carpetazo a una situación que ninguno quiere.
Alberto sigue el paseo, en
solitario, intentando ver porque se ha producido, pero tampoco hay una razón
suficiente para desencadenar una reacción de no estar a gusto el uno con el
otro. Llevan mucho tiempo en amistad y siempre han sabido que el uno está para
el otro. La rabia es porque una banal situación a desembocado en la necesidad
de alejarse uno del otro.
La noche del miércoles termina
cada uno en su casa analizando, pero ninguno toma el teléfono para hablar. Han
decidido esperar al próximo miércoles y aclararlo.
La semana pasa con la rapidez que
ocurre con otros días. Dentro de cada uno existe un miedo al encuentro, por
pensar que puede ocurrir en el encuentro de amigos.
Por fin Juan rompe la estática y
se dirige a su amigo y le da un profundo abrazo y un lo siento. Alberto
responde de igual manera pero con lágrimas en los ojos. Ha tenido mucho miedo
perder una amistad por una autentica tontería que no lleva a ningún lado.
Ambos caminan juntos.