Tenemos,
gracias a la información, noticias de muchos sitios, de muchos lugares, algunos
muchos miles de kilómetros y sin embargo no conocemos al vecino de arriba o al
de abajo. La prensa escrita primero, radio, televisión y ahora Internet nos
posibilita conocer que ocurre a mucha distancia. Evidentemente las noticias son
muy sesgadas, con un nivel de consumo muy claro. Tenemos que conocer unas cosas
concretas de países lejanos o del nuestro propio. Esa información se convierte
en muy valiosa, contra más tengamos nuestro poder es mayor. Esta es la
mentalidad que tenemos y como tal actuamos.
No
es importante si la urraca pasa cerca de tus pies en busca de algo para
llevarse al pico o si la luna está en creciente o menguante, eso no tiene
importancia; lo que si lo tiene es lo que hacen el resto de personas, por
supuesto mal, en cualquier rincón del planeta. Quizás con el planteamiento de
si los otros lo hacen mal, yo me encuentro un poco mejor. Si tengo un brazo
enyesado y veo un reportaje de parapléjicos, lo mío se convierte en “pecata
minuta”, no tiene importancia.
Pero
nuestra realidad cambia con la recepción de nuevos datos y se trasforma a lo “que
vive el mundo” no podemos ser seres asociales, pero cambiamos a ser parte de
una burbuja que nos impide vivir lo que nos rodea, al fin y al cabo, esa es
nuestra vida, no la que recibimos por parte de la información. Aunque está sea
de muy diferentes formas, lenguajes o sentimientos.
Perdemos
el contacto con todo, lo que nos rodea y al final también, la perdida es
nosotros mismos. Aquí ya tocamos cosas de mucho fondo, es nuestra propia
persona la que está en peligro, pero es más fácil dejarse llevar, no tenemos
que preocuparnos.
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