sábado, 21 de marzo de 2015

LA FALTA DE TIEMPO



Carmen tiene un trabajo rutinario en un comercio, pone mucho interés en el mismo, se preocupa por sus clientes y llega a formar un circulo con ellos. Pero al tener una jornada partida, siente que le falta tiempo, no hace lo que le gustaría hacer, por falta del mismo. Un gran problema que llega a que sus pensamientos giren todo el día en la falta de tiempo.
Por fin un amigo le descubre una formula para poder tener, lo que tanto ansia. Su cabeza se pone a funcionar en busca de su objetivo. Miles de dudas planean por su cabeza, pero sigue en su empeño de jubilarse , para tener el mismo, que tienen los jubilados, que ella supone que es mucho.
La maquina del papeleo comienza a funcionar y hasta lograr un pequeño traspaso por su negocio.
Todo parece ir viento en popa. Carmen comienza a recobrar su sonrisa. Pero los cambios siempre son difíciles, se aferra para dejar de hacer, aunque la maquinaria sigue su curso. Mil ideas surgen por su cabeza con el objetivo de boicotear la decisión tomada, sus clientes reprochan la decisión, por ella tomada, ahora quien nos atenderá. Les informa que otra persona les atenderá. Pero con la pega, de no tener ni idea. Ya va buscando escusas para seguir estando un tiempo más. Pero la enseñanza se hace larga y sigue sin tener tiempo.
La jubilación de Carmen llega, pero sigue con su tarea o compromiso que adquirió consigo misma.
Comienza a pensar que tiene todo el tiempo pero existen cosas que la hacen que siga teniendo su carencia.

Hoy es lunes y decide cambiar su rutina, se dirige a la estación de autobuses y con su maleta de ruedas, el destino lo elegirá al azar. Dicho y hecho. Se sienta... 

lunes, 16 de marzo de 2015

IÑAKI




Existe una forma  diferente de decir lo que quieres sin hacer daño a los demás. Iñaki, pensaba así. Pero su propia impaciencia e impedía, la suficiente reflexión para no caer en la trampa que le hace caer mal.
Una vez, consciente de su limitación, fue ir a un psicólogo. Este se alió con su postura y la defendía, no como un problema, sino como una respuesta a la inoperante de las demás personas.
El psicólogo fue encontrando un espejo de su propia manera de ser y lo que Iñaki inicio como una terapia, resulto ser una frustración.
Dejo de ir al mismo.
Estuvo un tiempo en búsqueda, pero su impaciencia fue creciendo. Le hablaron de pastillas relajantes. pero resultaron ser aletargadoras, se sintió como un reptil al que le falta la luz solar, para poner en funcionamiento su organismo.
Como consecuencia se vuelve mas decepcionado. Su propia rapidez le genera una ligera depresión. Todas las pastillas se convierten en malas y los psicólogos en unos pacientes. Con lo cual no encuentra su camino.
Por fin se sienta en un banco de un parque y observa a un niño que juega con su coche de bomberos. Curiosamente, el niño no corre a pesar de hacer el ruido de la sirena, va despacio, con una respiración acompasada. Se acerca a Iñaki y pregunta.
-¿Juegas conmigo?
- No tengo muchas ganas, fue la seca respuesta.
Pero el niño insiste, coge su mano y le lleva a la carretera que ha hecho con sus manos, en la arena. Por fin dobla sus rodillas y e intenta meterse en el juego. El tiempo desaparece y solo es roto por la llamada de la madre para volver a casa.

Por fin Iñaki ha comprendido lo que es la calma y, curioso, con un coche de bomberos.

martes, 10 de marzo de 2015

ISABEL



El día se abre entre nubes oscuras. Los ojos recuerdan la almohada abandonada,  dejada hace una  hora. La parada del autobús se encuentra cerca. Un buen numero de personas esperan, buena señal, esta por venir.  A unos trescientos metros se le ve venir con sus faros encendidos. En un orden desordenado, se comienzan a solapar personas que van a sus obligaciones. El interior no es menos caótico, por el gran numero de viajeros. algunos leen, otros con miradas perdidas.
El baile de los cuerpos comienza con la sintonía de la circulación, con un amigo común, agarrarse a las distintas barras o asideros. Los frenazos añaden nuevo ritmo y nuevas quejas.
Un hombre, entorno a los sesenta años mira fijamente a una chica joven que aparenta no tener frío, por el escote y la poca ropa que cubre su cuerpo. Ella parece no verle ocupada en oír música y contestar a los diferentes mensajes que tiene en su teléfono. Pero ya se va sintiendo intimidada por la fijación de la mirada. Alguna mochila va molestando, pero nadie habla. Curiosamente un asiento queda al lado suyo pero el renuncia, porque perdería la perspectiva que ahora tiene. Otro hombre, de su edad, le pregunta que si se va a sentar. Con la cabeza contesta negativamente.
- Hombre Manolo si eres tu, le responde el viajero.
- Vas con tu mirada fijo, eh? Lo que le precede es una sonrisa de complicidad.
Isabel se empieza a turbar y ni la música ni los mensajes le llenan el espacio violado. Se mueve con insistencia y por fin, se levanta para ir al otro extremo. Pero la situación ha llevado a que sean todos los ocupantes, para ser el blanco de sus miradas.

Tras el rubor, decide acabar con la situación, abandona el autobús.