Carmen tiene
un trabajo rutinario en un comercio, pone mucho interés en el mismo,
se preocupa por sus clientes y llega a formar un circulo con ellos.
Pero al tener una jornada partida, siente que le falta tiempo, no
hace lo que le gustaría hacer, por falta del mismo. Un gran problema
que llega a que sus pensamientos giren todo el día en la falta de
tiempo.
Por fin un
amigo le descubre una formula para poder tener, lo que tanto ansia.
Su cabeza se pone a funcionar en busca de su objetivo. Miles de dudas
planean por su cabeza, pero sigue en su empeño de jubilarse , para
tener el mismo, que tienen los jubilados, que ella supone que es
mucho.
La maquina del
papeleo comienza a funcionar y hasta lograr un pequeño traspaso por
su negocio.
Todo parece ir
viento en popa. Carmen comienza a recobrar su sonrisa. Pero los
cambios siempre son difíciles, se aferra para dejar de hacer, aunque
la maquinaria sigue su curso. Mil ideas surgen por su cabeza con el
objetivo de boicotear la decisión tomada, sus clientes reprochan la
decisión, por ella tomada, ahora quien nos atenderá. Les informa
que otra persona les atenderá. Pero con la pega, de no tener ni
idea. Ya va buscando escusas para seguir estando un tiempo más. Pero
la enseñanza se hace larga y sigue sin tener tiempo.
La jubilación
de Carmen llega, pero sigue con su tarea o compromiso que adquirió
consigo misma.
Comienza a
pensar que tiene todo el tiempo pero existen cosas que la hacen que
siga teniendo su carencia.
Hoy es lunes y
decide cambiar su rutina, se dirige a la estación de autobuses y con
su maleta de ruedas, el destino lo elegirá al azar. Dicho y hecho.
Se sienta...