sábado, 5 de septiembre de 2015

EL VIAJE COMPARTIDO



Antonio decidió tomar un viaje compartido, en un coche. De la impersonalidad de los transportes publico tomo la opción de apuntarse a un hombre que ofrece su coche y su conducción a cambio de compartir los gastos. Para él era todo un reto pues se encuentra en los cincuenta años. Aunque esto lo había hecho en países árabes e incluso Mejico. Pero aquí llegaba a ser una experiencia novedosa. Con gran puntualidad se reúnen las cuatro personas en el punto acordado. Como no se conocen comienzan las especulaciones si serán los componentes del viaje. Antonio mira con disimulo pero los equipajes les delatan. Con cinco minutos llega el coche descrito en el contacto, para y lo primero que hace es disculparse por la tardanza. Un asunto de última hora. Se presentan y nada mas subirse al coche pregunta si quieren que ponga música y el tipo que prefieren. Las edades son dispares. El conductor hace de anfitrión y propone decir el nombre y a que se dedican cada uno. Esto sirve para quitar el hielo he interesarse en el mundo de cada uno. Y lo que parece un viaje sin más. Se va convirtiendo en un centro de comunicación, donde las opiniones de los otros abren los oídos y las vistas a aspectos que antes no se conocían, cada uno manifiesta su experiencia y se siente el guru en su trabajo, pero desde la modestia, pues esta entre profanos.
Los kilómetros van pasando, coches, camiones, autobuses son los compañeros del paisaje pero no de la conversación. La maestría del dueño hace que todos se sientan como en su casa, con la ventaja de un ameno dialogo.

Sin darse cuenta pasan por los carteles que indican el destino. Pero antes de despedirse intercambian teléfonos para juntarse a seguir relatando sus vidas.

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