Es
curioso como la política de usar y tirar se instala en nuestras
vidas, no solo en los bienes materiales, donde ya es alarmante el
arreglar algo, es mejor obtener uno nuevo, tiene nuevas prestaciones
y ya no falla. Craso error. Sino que este sentido se ha llevado a las
relaciones personales, donde “hasta aquí me vale, lo demás me
sobra”.
El
consumo precisamente hace que nos consumamos y nos lleva a
sinsentidos, donde prima lo material sobre todas las cosas.
Grupos
de jubilados manitas se reúnen para reparar, pequeños
electrodomésticos, ordenadores, teléfonos móviles, etc. Donde
empezar a romper la norma de usar y tirar. Su proyecto suena a
utópico pero también hay que empezar a hacerlo en el aspecto
humano, donde la colaboración y la ayuda mutua se convierta en la
rotura de una dirección que nos lleva a la locura y la
insostenibilidad.
A
veces cuando vemos a las niños pequeños, que se afanan por tener
algo que desean, al llegar a sus manos, llega el desencanto y por
tanto un nivel de frustración que se compensa con el siguiente
caramelo, desear otra cosa y ese circulo se transforma en una espiral
que nos lleva a sentirnos más ahogados. Curioso que somos como los
niños o quizás son un reflejo de nuestra creación.
Si
comenzamos a analizar todas estas cosas nos da un poco la explicación
de las ciudades enfermas y de los individuos insanos.
Por
algún lado tenemos que empezar y el más fácil es por uno mismo,
luego el camino es posible al estar a nuestro alcance, la
desprogramación no es tan complicada hay que sentirla y hacerla. Y
como dijo el poeta se hace camino al andar... Lo importante es
empezar a dar el primer paso los otros vienen por añadidura.
Levantémonos de la silla.
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