martes, 29 de septiembre de 2015

EL CANDADO



El candado es lo suficiente grande para no meterse en un bolsillo y llevárselo por error. Esta instalado en una gran puerta de hierro de dos hojas, suficientes para flanquear el paso a un camión, lo que guarda es un solar que evita el paso a ella. En los laterales esta cercado por varios edificios. Y sirve para alojar la basura que tiran los vecinos desde sus ventanas. Hace tiempo sirvió para guardar maquinaria. También alojo a unos gitanos que con sus furgonetas llenaron el espacio, hasta que obligaron al dueño a poner una puerta para que no entrara nadie. Si alguna vez cae alguna prenda tendida en las cuerdas de las viviendas, se avisa al dueño de una tienda que tiene llaves y abre después de cerrar su tienda y recoger el coche, aprovechándolo como garaje. En la época de lluvias reúne a profundos charcos producido por los elementos que guardaba, hasta que se secan y termina con la poca hierba que allí crece.
Un vecino llegó a solicitarle que le dejaran plantar unos árboles. Para que su respuesta no fuera que no, le sugirió que se plantaran nogales con el consiguiente beneficio de la venta de madera, el obtenía un beneficio y para los vecinos siempre es mejor contemplar árboles en vez de charcos e inmundicias.
Dijo que lo estudiaría, pero el vecino insistió para demostrarle beneficios, más de lo que ahora no conseguía.

Los candados siempre cierran puertas pero también las abren, cuando giras la llave en su interior y su pieza de acero salta como un resorte. Juan es el vecino y el que ha sabido mover la llave en la conciencia del dueño. Allí no puede construir, es un terreno baldío, pero es preciso que nazcan flores por el bien de todos los habitantes colindantes.

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