Se
llama Otilia, tiene mas de los setenta, ha pasado por la tragedia de
la extirpación de un pecho tras sufrir un cáncer del mismo. Hasta
aquí todo puede ser normal, esto sucedió hace veinte años,
seguimos en la normalidad, por supuesto de su vida. Cuando hablamos
con ella, nos habla de su desrelación con su marido, hace treinta y
siete años. Se le comenta que este puede haber sido el origen de su
cáncer, quedan los puntos suspensivos, que tiene que ver sus
desencuentros con su marido el origen de su cáncer. Se le explica la
relación entre cuerpo y mente sin resquicio para las necesidades,
que difícil hacemos el entender la vida de otra manera. Pero Otilia
es fuerte y comienza a comprender, lo que se le va comentando.
Otilia
no es una septuagenaria al uso, se informa en Internet de todo esto,
explora en lo que se le dice y lo contrasta con otras fuentes. A
veces los puzzles encajan a la primera y es el caso de ella. Comienza
a entender que ella es la protagonista de su vida. Que ella puede
modificar las circunstancias de su destino. Que raro resulta sentirte
esto.
Otilia
acepta esto y llega a plantear el divorcio con su marido origen de
sus desencuentros y que sea ella la que ha sufrido en sus carnes, la
propia enfermedad, del origen maldito de la enfermedad en ella
desarrollada, cáncer.
Ahora
entiende el porque de las cosas, sabe que ella lleva el volante de su
vida, por tanto debe elegir destino, curiosa cosa que siempre se
abandona para exigir a los demás de su responsabilidad, así nos
quitamos presión y podemos vivir mejor, por lo menos en apariencia.
Otilia
es fuerte y da una lección de comprensión y valentía, ejemplo para
cualquier persona.
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