Los escalones tienen
la misma altura pero parece, que con el paso de los días, van
aumentando de tamaño. Por ello toca flexionar mas las rodillas y
extender más las piernas. No hace mucho, o quizás si, subía las
mismas de dos en dos o en el tramo final de tres en tres.
La voluntad se fue
encogiendo y la calle es esquivada, salvo para hacer la compra. Pero
ahora ha descubierto que lo puede hacer por teléfono, lo cual hace
que las salidas se espacien aun mas. Incluso, cuando necesita sacar
dinero, le confía su tarjeta del banco con su clave a una vecina
joven que se ha ofrecido ayudar en lo que se pueda.
Ha perdido la
seguridad de andar sin sujetarse, ahora, hasta en casa se ayuda del
viejo bastón heredado.
La vista recibe la
visita del visillo, lo cual le hace evitar la televisión. La radio
le acompaña, pero también ha notado que tiene que elevar el
volumen.
Los jueves recibe la
visita de una mujer ecuatoriana que durante tres horas intenta
limpiar y dejar la casa mas útil, durante una semana. Al final
consigue que se quede a comer con él, así cambia la monotonía de
su alimentación y comparte su soledad. A la vez que ayuda para que
la otra persona se ahorre la comida y pueda llegar a la otra casa que
atiende otras tres horas por la tarde.
Su vecina le propone
que adopte un perro pequeño para poder salir durante dos horas para
que haga sus necesidades.
“huy hija, apenas
puedo conmigo mismo, como para hacerme cargo de un animalito” es su
respuesta.
El circulo se va
cerrando y el origen parece que se va aproximando. Apenas duerme pero
duerme con demasiada frecuencia. Queda lejos cuando subía de dos en
dos.